Desde que nos levantamos por la mañana y ya sea consciente o inconsciente, no dejamos de tomar decisiones, muchas de ellas son simples hábitos adquiridos por actuaciones repetitivas, pero otras muchas nos obligan a reflexionar.
La toma de decisiones tiene su complejidad y precisa ciertos requisitos para ser correcta y efectiva, si no queremos que sea tan fácil como peligroso.
Para que sea adecuadamente planteada deberíamos contar con las siguientes premisas:
- Saber cuales son los objetivos o metas a alcanzar
- Que hay que hacer para llegar a ese objetivo??
- Conocer 2 o más alternativas y su evaluación
- Ser conocedores de los limites que implican cada una de ellas
- Tener la información suficiente
Con estos datos tendremos el camino más llano para decidir. También decir que el pasado no se decide y el futuro tiene incógnitas. Con esto queremos comentar que no siempre acertaremos, pero una decisión meditada en sus pros y contras y el impacto de cada una de las alternativas, nos ayudaran a que si la decisión no fue lo suficiente acertada, con el ánimo de quien toma la decisión, se verá reconfortado constructivamente para la siguiente.
Aplicado al mundo empresarial, una de las características que suelen reforzar la autoridad de un gerente, de un director o de un jefe, ante su gente, es la toma racional de decisiones. Y aún más cuando, en la medida de lo posible se cuenta con la opinión y el consejo de los demás. Y por el contrario, pocas cosas deterioran más la autoridad y la imagen de aquellos que una toma de decisiones errática, indecisa, vacilante, egocéntrica y sin contar con nadie, oportunista o, sencillamente inexistente.(Gerencia y Dirección-Manuel Diaz Aledo)
Resumiendo:
- Se aprende a decidir, DECIDIENDO
- Se elige, ELIGIENDO
No hay peor decisión que la que no se toma